Javier Castaño / Un amplio número de mujeres celebra la fiesta de Santa Águeda, mártir siciliana del siglo III. Tienen diversos actor religiosos y folklóricos, siendo de tradición recibir del Sr. Alcalde la vara de mando.
«Teniendo el palo yo mando, lo que quiero hago» Que cada palo aguante su vela porque quien puede atar puede desatar.
La colectividad de la Santa la componen féminas casadas, solteras y alguna abuelita. Se divierten alegre-mente luciendo con gracia y salero preciosos trajes regionales y bonitos abalorios, bailando al son de la música de castañuelas por todas las calles del pueblo.
«Un día sin risa es un día perdido»
Mujer bañezana, hembra de corazón límpio.
Disfrutarán del día con misa y buena mesa. (En misa, ni charla ni risa).
Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata de la mesa que te ha tocado y molesta.
Estas mujeres se merecen pasarlo bien. Este día esconden la rutina y el resto del año lo llevan con sus labores calladamente.
No vivimos dos veces un mismo instante. «Más vale buena amiga que ruín parentesco». La unión alegra y pone su trozo de leña en la chimenea confortable de la amistad.
Si las mujeres vienen para ver, también vienen para ser vistas».
Mujer: anda, trabaja, ríe, ama. No te quedes como una tonta, disfruta. La alegría solo está en las que son más felices.
Todo el mundo –dice Séneca– aspira a la vida dichosa, pero nadie sabe en qué consiste. De ahí proviene la gran dificultad de llegar a ella. Hay mujeres que miran, como taxi ocupado.
La intuición de una mujer es más exacta que la certeza de un hombre.
Os deseo una sonada y alegre fiesta de buen yantar y bailongo, águedas bañezanas.
Moraleja: acuérdate de vivir.
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